En un entorno de negocios cada vez más desafiante, el factoring, también conocido como factoraje, se presenta como una herramienta clave para apoyar el crecimiento de las empresas, brindándoles acceso inmediato a liquidez y asegurando un flujo de efectivo constante.
De acuerdo con la Asociación de Sociedades Financieras de Objeto Múltiple en México (Asofom), un 46.6% de las pymes han optado por el factoraje ante el limitado acceso a financiamiento bancario, lo que convierte a este mecanismo en una oportunidad para que empresas de todos tamaños conviertan sus cuentas por cobrar en efectivo de forma ágil y sin la espera tradicional de los pagos de clientes.
El factoring permite a las empresas acceder al dinero de sus ventas a crédito de inmediato, gracias a un adelanto que otorga la compañía de factoring, reteniendo un porcentaje en concepto de comisión e intereses. Con ello, cubren gastos operativos, nóminas e inversiones sin recurrir a deudas a largo plazo. Además, es una herramienta flexible para empresas en crecimiento y sectores con ciclos de pago largos, como la construcción, la manufactura y la exportación, que así aseguran su liquidez sin comprometer sus relaciones comerciales.
Existen distintos tipos de factoring que pueden adaptarse a necesidades específicas y ofrecer los siguientes beneficios:
FACTORING SIN RECURSO: es una solución financiera diseñada para empresas que desean mejorar su flujo de caja sin asumir el riesgo de impago por parte de sus deudores. En esta modalidad, las empresas venden sus derechos de cobro derivados de ventas a plazos a una entidad financiera, conocida como factor, encargado de financiar estos créditos y asumir el riesgo de insolvencia del deudor, permitiendo que la empresa cobre anticipadamente sus facturas sin preocuparse por el riesgo de impago.
FACTORING CON RECURSO: en este tipo de factoring, si el cliente de la empresa no paga, la empresa debe reembolsar el adelanto a la entidad de factoring, en este caso es ideal para empresas con clientes confiables, ya que el riesgo de impago recae en la empresa.
FACTORING INTERNACIONAL: este tipo se utiliza cuando una empresa tiene clientes en el extranjero y se divide en dos subtipos: factoring de exportación, dirigido a empresas que venden productos a clientes internacionales, y factoring de importación, que es utilizado por empresas importadoras para garantizar el cobro de cuentas de proveedores extranjeros.
FACTORING DE COBRANZA O DE SERVICIO: la entidad de factoring se encarga de la administración y cobranza de las facturas, pero no adelanta dinero. Es útil para empresas que desean delegar la gestión de cobros, sin recibir financiamiento.
FACTORING DE MADURACIÓN: la entidad de factoring no adelanta el monto completo de la factura desde el principio, sino en etapas a lo largo del tiempo, conforme se va asegurando el pago. Es útil para empresas que desean recibir financiamiento progresivo.
De esta forma, el factoring se consolida como una opción atractiva no solo para empresas con problemas de flujo de efectivo, sino también para aquellas que desean crecer de manera organizada, optimizar su flujo de caja o invertir en nuevos proyectos sin comprometer su capital.