En el panorama laboral actual, uno de los desafíos más preocupantes es la discriminación por edad y la falta de inclusión generacional, una práctica que afecta a las personas mayores de 50 años.
Este fenómeno, conocido como “edadismo”, no solo reduce las oportunidades laborales para un segmento considerable de la población. También limita el potencial de las empresas al ignorar las valiosas contribuciones que las generaciones mayores pueden aportar.
A medida que la esperanza de vida aumenta y la población envejece, es imprescindible cambiar la mentalidad empresarial y fomentar una verdadera inclusión por edad en el trabajo.
En México, según el Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, solo el 39.8% de las personas mayores son económicamente activas. Y en el caso de las mujeres mexicanas, esta cifra desciende aún más, con solo 3 de cada 10 participando en actividades remuneradas.
¿Las empresas no promueven la inclusión laboral?
La preferencia en áreas de recursos humanos por contratar a jóvenes suele estar motivada por factores económicos y culturales. Los principales son la percepción de menores costos salariales y prestaciones. Sin embargo, esta perspectiva subestima las ventajas que los trabajadores mayores aportan, como experiencia, habilidad para resolver problemas complejos y liderazgo respaldado por años de madurez y conocimiento.
Otro argumento frecuente es que los trabajadores jóvenes están más familiarizados con la tecnología y son más adaptables a los cambios. Si bien es cierto que los jóvenes han crecido en un entorno digital, subestimar la capacidad de las personas mayores para aprender y adaptarse a nuevas herramientas es un error común.
La Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2020 del Inegi, señala que el 87.8% de las personas mayores de 60 años cree que a los adultos mayores les cuesta trabajo utilizar la tecnología. Sin duda, es un prejuicio que, cuando se convierte en autopercepción, puede ser una barrera para la inclusión laboral.
Es importante reconocer que las personas mayores no solo aportan conocimientos técnicos. Dada su experiencia han desarrollado habilidades esenciales como la resolución de conflictos, la toma de decisiones estratégicas y una perspectiva histórica del mercado.
Estas cualidades son cruciales para enfrentar los desafíos empresariales actuales, especialmente en tiempos de incertidumbre.
Además, la inclusión de trabajadores de diferentes generaciones enriquece el entorno laboral, fomenta la creatividad y genera equipos más diversos y equilibrados.
Acabar con el edadismo desde las empresas
Combatir el edadismo en el trabajo requiere esfuerzos tanto a nivel empresarial como social. Las empresas deben transformar sus procesos de selección para eliminar los sesgos que excluyen a las personas mayores y diseñar políticas que promuevan una inclusión intergeneracional.
Esto incluye valorar la experiencia en lugar de verla como una carga, así como ofrecer programas de capacitación continua para que las personas con más experiencia puedan actualizar sus habilidades y adaptarse a las demandas cambiantes del mercado laboral.
Por otro lado, las políticas públicas también juegan un papel fundamental. Es necesario fortalecer la legislación que proteja a los trabajadores mayores de la discriminación. Además de promover incentivos para que las empresas contraten a este segmento de la población.
Actualmente, aunque no existe un límite máximo para trabajar en México según la Ley Federal del Trabajo, el 90% de las ofertas laborales excluye a personas mayores de 35 años, lo que evidencia la necesidad urgente de reformar estas prácticas.
En este sentido, fomentar la inclusión por edad no es solo una cuestión de justicia social, sino también una estrategia empresarial inteligente.
La Organización Mundial de la Salud estima que en 2050 habrá más de dos mil millones de personas mayores de 50 años en el mundo, muchas de ellas aún activas y con el potencial de contribuir a la economía. Hacer a un lado a este talento sería una pérdida tanto para las empresas como para la sociedad en general.
La edad es una dimensión de la diversidad que todos compartimos en algún momento de nuestras vidas. Incluir a personas de diferentes generaciones no solo enriquece los equipos, sino que también refuerza los valores de equidad y respeto en el ámbito laboral.