Los nuevos retos globales han obligado a las empresas a modificar sus procesos y su estructura hacia un sistema de trabajo más flexible, aprovechando las oportunidades que brinda la tecnología.
Las organizaciones se están apoyando entonces de diversas metodologías que favorecen la flexibilidad y la innovación a partir de la colaboración entre las personas y las herramientas tecnológicas.
Una de éstas es la metodología ágil, que es una pieza clave de la transformación en las empresas, ya que te ayudan a adaptar formas y procesos de trabajo, de acuerdo a lo que tu negocio necesita. Uno de los objetivos de este tipo de metodologías es optimizar el tiempo de realización de tus proyectos, al mismo tiempo que se obtienen mejores resultados.
Pero ¿qué significa la metodología ágil?
Puede parecer que esta forma de trabajar es relativamente reciente, sin embargo, no lo es. ¿Qué pensarías si te contáramos que todo este movimiento “ágil” comienza a gestarse en los años 50?
Pues sí, en concreto en un proyecto de la NACA (posteriormente la NASA), para la construcción de un nuevo avión cohete X-15, en el que se hizo uso del ciclo de vida iterativo e incremental (lo que sería el “abuelo” del ciclo de vida ágil).
Décadas más tarde, y después de una gran evolución fruto de la prueba y error en la aplicación de estas nuevas formas de gestión y desarrollo de proyectos, una serie de expertos se deciden a firmar el conocido manifiesto ágil, en el que se definen los principios de la gestión ágil.
Si echas un ojo al manifiesto, puedes ver que está bastante orientado a proyectos cuyo objetivo es obtener productos software, pero los principios se pueden extrapolar a todo tipo de proyectos.
Principios de la gestión ágil
En toda esta vorágine de agilidad existen cuatro grupos de valores del manifiesto:
1.-Individuos e interacciones sobre procesos y herramientas
Las personas y sus interacciones se anteponen a los procesos, sobre todo en el contexto de la obtención de productos intelectuales (se crean aplicaciones web o productos financieros para los clientes, no productos físicos como coches o puentes).
2.-Software funcionando sobre documentación extensiva
En muchas ocasiones se produce demasiada documentación, que al final nadie consulta y rápidamente queda obsoleta. Documentar lo que se ha hecho es muy importante, pero por encima de esto está el producto que se entrega al cliente, aportar valor en todo momento.
3.-Colaboración con el cliente sobre negociación contractual
Todas las partes implicadas trabajamos en conjunto (negocio, los desarrolladores del producto y los clientes) y tenemos objetivos comunes para conseguir los mejores productos y entregar el mayor valor posible.
4.-Respuesta ante el cambio.
Respondemos ante cambios, adaptándonos y modificando el plan definido para evitar perder trabajo.
Y bien ¿en tu empresa ya implementan este tipo de metodologías ágiles? En el área de Operaciones de Solunion, hemos implantado recientemente este tipo de prácticas para brindar el mejor servicio a nuestros clientes que, en este caso, son tanto internos (otras áreas de negocio), como externos (asegurados), acompañándolos durante todos los procesos, aportando valor en todo momento y adaptándonos al cambio continuo.